Reportaje realizado por Blogger Numen
Las
actividades
físico-deportivas
en plena naturaleza
están en auge, la demanda de estos servicios hacen florecer
numerosas empresas del sector, solo ha que navegar por la red y me
doy cuenta que existe un boom donde muchas empresas ofrecen,
aparentemente, los mismos servicios: actividades en contacto con el
medio natural, senderismo, supervivencia... pero ¿que diferencia
unas de otras?, como siempre tiro de agenda y voy preguntado a mis
contactos, y la gran mayoría me llevan hacia la serranía malagueña.
Encontramos una escuela de supervivencia con muchos años de
experiencia en el sector de la enseñanza, donde imparten talleres de
técnicas de supervivencia, personas con una brillante trayectoria
contrastada en grupos de rescate de alta montaña de Cruz Roja y
comandos de operaciones especiales del Ejercito de Tierra.
La
Escuela de Supervivencia ANACONDA I, pertenece al CENTRO DE
INVESTIGACIONES DE MARBELLA, la cual, a través de su obra social,
cuenta con la creación y mantenimiento de un centro médico situado
en una pequeña isla en el río Xingú, a 30 kilómetros de la ciudad
brasileña de Altamira, que ofrece asistencia médica a las aldeas
cercanas. Como iré descubriendo durante la entrevista, la
supervivencia es solidaria y humana.
Quiero saber las
motivaciones, más allá de sudar adrenalina y visitar lugares donde
muy pocos han podido, ni tan siquiera, ver en fotos, dormir bajo las
estrella con un refugio efímero, crear fuego con sus manos y palos y
acumular agua del rocío de la noche. Me pongo en contacto con la
Escuela de Supervivencia Anaconda I y Daniel, miembro de logística
de la misma, me consigue una entrevista telefónica con un hombre del
que he escuchado hablar mucho, he visto, gracias las nuevas
tecnologías, lo que es capaz de revelar sobre la supervivencia,
porque solo aquel que la ha soportado conoce; pero que se muy poco de
la persona.
José
Miguel Ogalla en algún momento de su vida decidió saber quién es,
poniendo a prueba su capacidad de resistencia mental y física,
buscando en la naturaleza las pruebas que le hiciesen poseedor de una
gran verdad: "mirarme en el espejo y reconocerme, saber que soy
hombre de palabra, honor y valor" al final, su búsqueda
personal, se ha convertido en las respuestas no sólo a sus retos
sino a la razón de ser y existir de muchos.
Hombre
que sabe vivir con el miedo, porque, como dice, " tener miedo,
sentir como mis pulsaciones se aceleran, como mi cuerpo no siente
frío o calor, me hacen ser observador de mi entorno y consecuente
con mis actos, solo entonces tomo una decisión".
Su
retórica está llena de sabiduría, con un swing que te engancha;
sus argumentos son sólidos como rocas. Un hombre que reconoce
abiertamente que Dios ha sido, es y será su compañero, " Dios
existe, le he pedido y él me ha mostrado el camino, todo aquel que
niegue que nunca ha necesitado en la desesperación pedirle, o
simplemente conversar buscando consuelo, paz o inspiración, miente,
o que espere segundos antes del ultimo suspiro de su vida, entonces
creerá en un Dios".
Me
explica cómo con datos: científicos, matemáticos y de fisionomía
“ durante nuestro periodo evolutivo, hemos ido, a partir de nuestro
primitivo cerebro reptiliano,
acumulando toda la información que capacita al individuo para la
supervivencia. Esta información que se ha ido tapando, que no
perdiéndose, con capas superpuestas, con más y nueva información,
sigue latente y solo necesita una estimulación para que aflore”.
Los cursos que imparten en una finca en la Sierra de las Nieves en
Málaga, con todos los medios necesarios, para con una metodología
donde la experiencia sensorial sea la base, buscan “despertar de la
‘hibernación’ en la que están sumidas la fortaleza mental, la
adaptación al medio y la solidaridad, que forman una de las primeras
capas de nuestra capacidad de supervivencia”.

Continua
exponiéndome la filosofía de la escuela a la hora de impartir las
clases de técnicas de supervivencia “Cuando privamos al individuo
de las comodidades que aporta la civilización moderna, adentrándose
en un entorno natural donde todo lo que necesita para la
supervivencia se encuentra a nuestro alcance en el entorno. El alumno
inicia un cambio de actitud que pasa por el desconcierto, la
desconfianza en sus posibilidades, finalizando la experiencia con un
conocimiento de técnicas de supervivencia y, lo que es más
importante, una nueva percepción tanto de la vida como de la
consideración que pueda tener de si mismo”.
Poco
puede emocionar a un hombre que ha surcado el Amazonas, atravesado
desiertos, vivido en selvas, pero hay algo que siempre consigue
hacerle emocionar: ”la expresión de orgullo, emoción y asombro de
los alumnos cuando se van dando cuenta que, usando herramientas
primitivas: construyen una cabaña o palafito, son capaces de cazar o
pescar como también encontrar y recolectar lo que comerán, y crear
con sus propias manos y dos palos el fuego con el que cocinarán,
calentarán y encontrarán la seguridad que aporta el fuego en el
medio natural”.
Me
intereso por el tipo de alumno acude a la escuela y las listas de
alumnos me sorprenden, porque esperaba una respuesta diferente.
“parejas, hombres, mujeres, que se interesan por la experiencia de
recibir clases de técnicas de supervivencia y, lo más importante,
que no se distingue entre clases sociales, edad, genero…”. Si de
algo se siente orgulloso José Miguel es de los “padres que han
sido alumnos y vuelven con sus hijos para vivir juntos la
experiencia”.
Yo
veo en esto un negocio redondo, con numerosos alumnos cada mes...
pero, por si no me había dado lecciones de vida en hora y media que
llevábamos de conversación telefónica “Todos los instructores
somos profesionales que tenemos una vida laboral muy satisfactoria
económicamente, solo cobramos los gastos”. Me quedo perplejo, mi
sorpresa es mayúscula:¿quién dedica tiempo a instruir y no gana
dinero? Jose Miguel me confiesa que los instructores y colaboradores
en los diferentes departamentos de la escuela “son
el combustible para que este viejo motor -refiriéndose a su persona-
arranque y se ponga en marcha, juntos hemos formado una gran familia”
Pero son alrededor de doce personas las que componen la escuela, es
difícil encontrar personas que compartan un proyecto tan ambicioso y
bello “Todos
tenemos varias razones, pero al menos dos nos unen; que no se
pierdan en el tiempo artes que fueron las que nos hicieron ser los
humanos que hoy somos y la obra social de la fundación CENTRO DE
INVESTIGACIONES DE MARBELLA, a la cual donamos el importe de los
beneficios de todos los cursos, sin el espíritu solidario de cada
uno de ellos este proyecto sería imposible, ellos son verdaderos
héroes ”.
Con
una respuesta como esta solo me queda rendirme a los pies de ese
grupo de gente tan cualificada profesionalmente como la altura de su
altruismo.
Pero
no todo son buenas noticias, José Miguel me dice con voz triste que
“nuestra fundación, como otras tantas ONG, operan en zonas pobres
en igualdades, servicios y oportunidades para una gran parte de la
población pero ricos en: minerales, piedras preciosas, madera o ríos
para producción de energía hidráulica o pesca descontrolada. Una
desafección, por parte del poder hacia la población más
desfavorecida se lleva por delante, ya no el valor económico ni el
esfuerzo de los que colaboramos con las ONG, sino que fomentan una
gran perdida de ayuda humanitaria”. El enfado y la impotencia se
deja notar por el tono y la energía que usa para hablar sobre este
tema: “la creación de una presa ha motivado que expropien los
terrenos del hospital que durante 16 años ha dado asistencia medica
las aldeas cercanas”. Quiero buscarle algún lado positivo a la
situación, quitarle hierro al asunto, y argumento que con la
indemnización podrían comprar otros terrenos y construir el
hospital “¡Con el importe que se indemniza a la organización es
imposible crear un nuevo hospital en la zona! El poder especula con
el terreno, materias primas, ni tan siquiera facilitan la posibilidad
de acceder a una nueva propiedad donde continuar con la obra social”.
¡Uf me deja sin palabras! Entonces, ¿qué ocurrirá a partir de
ahora? “Estamos estudiando diferentes opciones para continuar con
una de nuestras mayores motivaciones -llevar servicios sanitarios
allí donde otros no pueden llegar- por lo que, de momento, el dinero
se repartirá entre todas aldeas de la zona para que puedan de manera
auto-gestione accediendo a lo más prioritario para la comunidad”.
